- Para los amantes de los "raves" deben ser gratuitos, sin horarios.
- Lo ideal es no sobrepasar los 200 asistentes aunque su popularidad provoca masificaciones.
- Los dueños de locales las ven ilegales porque no pagan licencias, los defensores de estas fiestas argumentan que no están fuera de la ley.
- "No hay peleas, no como en las discotecas", aseguran estos.
Un monasterio en ruinas, túneles o naves, descampados o playas, una mesa de sonido para pinchar música electrónica, y lo más importante, ganas de diversión y buen rollo, son ingredientes de una buena "fiesta rave". Envueltas en la magia de la clandestinidad, y para disgusto de sus seguidores, han crecido en los últimos años.
Organizadas por colectivos de "deejays" (pinchadiscos) aficionados a ese tipo de música, para los más puristas una "rave" debe ser gratuita, sin horarios, se debe permitir la entrada de bebida, y conseguir un ambiente "familiar", entendido en el sentido de reunir a gente amiga, del mismo grupo. Y por lo tanto sin ánimo de lucro.
Lo ideal es que concentren 100 ó 200 personas, de entre 18 y 30 años, aunque últimamente, se lamenta Alberto, de 21 años y asiduo a estas reuniones desde hace cuatro años, "están muy masificadas".
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