Roberto tiene 95 años y vive en un asilo de ancianos. Todas las noches después de cenar, se recluye en un sector apartado del jardín. Una noche, Lucrecia, de 87 años, se le acerca. Comienzan a charlar y él le dice a ella:
-¿Sabes qué es lo que más añoro de todo?
-¿Qué? - dice Lucrecia
- ¡El SEXO! - dice Roberto con cara de tristeza.
Lucrecia exclama: - ¡Viejo rabo verde, pero si esa madre no se te levantaría ni aún si te apuntaran con una pistola a tu cabeza!
-Ya lo sé - dijo Roberto, pero me encantaría que una mujer me la sostuviera, aunque sólo fuera por un rato.
-Bueno, yo puedo ayudarte- dijo Lucrecia-
Y uniendo el gesto a la palabra ... le baja la cremallera ... le saca suavemente el miembrito y se lo mantiene en la palma de la mano.
¡La cara de Roberto era de placer absoluto!
Acuerdan encontrarse secretamente en el jardín cada noche, donde se sentarían a charlar y Lucrecia se lo sostendría por un rato.
Una noche, sin embargo, Roberto no apareció en el lugar a la hora convenida. Alarmada, Lucrecia empezó a buscarlo por todos lados para asegurarse de que estuviera bien.
Terminó por encontrarlo sentado al borde de la piscina junto Toñita, otra compañerita de 78 años, quien estaba soteniéndoselo con la mano.
Furiosa, Lucrecia lo increpó:
-¡TRAIDOR HIJO DE @#$%! ¿QUÉ TIENE ESA TOÑITA QUE NO TENGA YO?
Roberto con todo el placer desbordándole de su rostro respondió:
-¡¡¡¡¡PARKINSON!!!!!!!
lunes, 3 de mayo de 2010
Actividad sexual en el asilo
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