viernes, 14 de diciembre de 2007

Orgasmos obligatorios!!!?????



Las mujeres de los años '60 fueron responsables de la lucha por su libertad sexual.
Las feministas de entonces pusieron sobre la mesa el concepto de que las mujeres tení*an derecho a una sexualidad plena.
Lentamente y con mucho escándalo la palabra orgasmo se integró al lenguaje social.
Simbolizaba el resultado de una sexualidad compartida, en que ambos miembros de la pareja conseguían el clímax en un acto sexual.
El orgasmo se convirtió entonces en un derecho de las mujeres y en una amenaza para los hombres, que no habían sido educados para comprender ni conseguir la plenitud femenina de las mujeres.
Fue una revolución cultural.
El mundo se dio vuelta y las consultas médicas y psicológicas empezaron a recibir a hombres desesperados porque sencillamente no sabían hacer el amor como sus mujeres, ya liberadas, querían.
Para el género masculino significó un cambio en el concepto mismo del amor, que los hizo más flexibles, generosos, perceptivos, igualitarios. Tuvieron que esforzarse más, es cierto, estuvieron más expuestos a la crítica, debieron compartir responsabilidades en las disfunciones sexuales de las parejas.
El sexo se democratizó.
Han pasado entre treinta y cuarenta años de esta revolución sexual.
Fue una revolución que abarcó muchos derechos para la mujer pero que también tocó la injusticia social, la necesidad de aceptar las brechas entre generaciones, que dio protagonismo a los jóvenes y los convirtió en poder y también en mercado.
Fue una revolución que tuvo a The Beatles como música de fondo, al Che Guevara como ícono y que trascendió las fronteras en una época sin internet y con poca televisión.
Desde China, a París, Ciudad de México o Santiago, los jóvenes del mundo se hicieron un espacio y las mujeres cambiaron para siempre su posición en la sociedad.
Las antiguas feministas se revolcarí*an en la tumba si oyeran a muchas mujeres de hoy que sienten que el orgasmo se convirtió en una nueva forma de aplacar los egos masculinos y en una obligación para las mujeres. Cuidado.
No digo que las mujeres no quieran el orgasmo; lo conocen y acceden a él con más facilidad cada dí*a.
Pero no lo quieren siempre ni menos aún como un requisito para la satisfacción masculina
A veces hacer el amor una noche cualquiera de un agotador día de semana, con niños que despiertan, con estímulos múltiples en la cabeza, puede ser un momento de regaloneo, de exitación amorosa más que sexual, un divertimento, un acercamiento. Las mujeres toleran eso bien, no tener orgasmo y tener sexo más cariñoso de vez en cuando.
En realidad lo que piden es reducir las obligaciones.
En realidad lo que quieren es que los resultados de las cosas no estén predeterminados. Al menos por otro.
Cada día es más frecuente que mujeres me confiesen que harían el amor más seguido con sus parejas si fueran más libres.
Parece una locura, ¿libres de pasarlo mejor ellas mismas? Libres de rendir.
Porque sucede la locura de que hoy el orgasmo es también un tributo al hombre, un resfuerzo a su masculinidad y a su desempeño.
Hacer el amor para muchos de ellos no es grato si solo obtienen su satisfacción plena, deben obtener también la de su mujer como prueba de sí mismos.
¡Qué paradoja resulta imaginar que una nueva generación de mujeres tendrá que defender ahora el derecho a tener orgasmo cuando se les antoje, porque al final se trata de su biología y su psiquis!

La autora es la psicóloga chilena Paula Serrano.

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