Desde los tiempos de la redada de "Los 41" que eran cuarenta y dos ha corrido mucha agua bajo los puentes, pero la intolerancia sigue dando sus feroces dentelladas. Recordemos a un alcalde priísta que prohibió una reunión gay en Guadalajara; a una anticondónica alcaldesa panista de Mérida; a los legisladores panistas y cerveristas que prohibieron el sexo oral; a los panistas tapatíos partidarios de "la falda hasta el huesito"; al alcalde de Veracruz, panista y organizador de redadas; los letreros en los balnearios de Aguascalientes y el prodigioso alcalde de esa ciudad que ordenó a los travestis que se vistieran modesta y decentemente. De esta manera, los usuarios podían llevarse al motel a su tía Matildita o a su abuela Merceditas. En fin... sigue la mata dandoUn hecho histórico relevante sobre la situación represora contra los homosexuales en M
éxico es el famoso suceso de "los cuarenta y uno". El 20 de noviembre de 1901, en la Ciudad de México, durante el régimen de Porfirio Díaz, la policía hace una redada en una fiesta privada de cuarenta y un homosexuales jóvenes pertenecientes a las familias porfirianas más notables , quienes son encarcelados, humillados y desterrados a Yucatán, donde se les confina para realizar trabajos forzados. Al respecto, en un ensayo Carlos Monsiváis afirma que, de acuerdo con un rumor popular "nunca desmentido", entre estos festejantes se encontraba Ignacio de la Torre y Mier, el yerno de Porfirio Díaz, a quien, junto con otros detenidos con "influencias políticas", se le permite escapar.
A pesar de los esfuerzos de Díaz por acallar a la prensa y evitar el "escándalo" familiar, la cobertura periodística dio tintes de chisme nacional a la noticia. Así, Juan Carlos Bautista, en su ensayo "El México festivo de la diversidad. Tolerancia y marcha gay", en el que hace un recuento histórico y literario de los cambios en la situación social de la comunidad homosexual mexicana, aborda los sucesos en torno a "Los 41" y, en el apartado titulado "El número escarlata", da cuenta de una nota informativa de la época:
El hecho marca un hito estigmatizador y estereotipador a partir del cual, hasta la actualidad se asocia popularmente el número 41 con la homosexualidad "afeminada". Sobre esto, Monsiváis afirma: "La redada adquiere de inmediato perfiles legendarios [...] El número 41 se asocia automáticamente con la homosexualidad". Mientras que Bautista señala: "Desde entonces decir ‘41’ fue igual a decir afeminado, el contrahecho que renuncia a los atributos de su sexo, crimen inconcebible para una sociedad machista."
La noche del domingo fue sorprendido por la policía, en una casa accesoria de la 4a. calle de la Paz, un baile que 41 hombres solos verificaban vestidos de mujer. Entre algunos de esos individuos fueron reconocidos los pollos que diariamente se ven pasar por Plateros. Éstos vestían elegantísimos trajes de señoras, llevaban pelucas, pechos postizos, aretes, choclos bordados y en las caras tenían pintadas grandes ojeras y chapas de color. Al saberse la noticia en los boulevares, se han dado toda clase de comentarios y se censura la conducta de dichos individuos. No damos a nuestros lectores más detalles por ser en sumo grado asquerosos.

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