sábado, 11 de octubre de 2008

Masacre Río Rosas: Fueron cuatro los agresores


Cuatro hombres fueron quienes acabaron con la vida de 11 personas en el interior del bar Río Rosas, los cuales entraron con el rostro cubierto y con armas de grueso calibre.

Así lo dio a conocer el vocero de la Procuraduría General de Justicia del Estado, quien indicó que los cuatro responsables ingresaron al lugar encapuchados

Abrieron fuego y mataron a 11 hombres y lesionaron a siete mas, entre los cuales hay 2 mujeres, para después huir en un vehiculo Cheroke.

"Joaquín Loera, lo es y será el señor de la montaña, prófugo de la justicia, amigo a carta cabal...", al ritmo de esa melodía el mariachi entonaba las notas musicales que habían sido solicitadas por Jesús Francisco Coronel Sáenz y Raúl Flores Alonso, quien no imaginaba que él y las personas que se encontraban cercanas a su mesa serían abatidos a tiros por sicarios al servicio del narcotráfico. El reloj marcaba las 10:00 de la noche del jueves, la masacre estaba a punto de iniciar. Los mariachis no dejaban de tocar diversas canciones, pero especialmente corridos que eran solicitados por las personas que se encontraban departiendo.

Fue entonces cuando dos camionetas lujosas se estacionaron fuera del bar, sobre la avenida 20 de Noviembre, y descendieron seis sujetos armados, vestidos con uniformes tipo Policía Federal, de color oscuro y con pasamontañas, quienes entraron al Río Rosas argumentando que se trataba de un operativo de rutina.

"A nosotras nos dijeron que nos tiráramos al suelo y ya ahí escuchamos los disparos, fue algo muy feo, porque se escuchaban los tronidos y las sillas cayendo al suelo, entramos en crisis", dijo una de las meseras del lugar. Los disparos se oían "más fuertes que los cohetes", detallaron testigos de los hechos.

La balacera duró unos minutos, que para las personas que se encontraban ahí parecieron horas interminables de terror, miedo e incertidumbre.

Los sujetos armados revisaron los cuerpos ya sin vida y posteriormente salieron, en las camionetas ya los esperaban los conductores, que arrancaron del lugar quemando llanta. Minutos después, decenas de unidades de Policía Municipal, Ministerial, Cipol, así como agentes de la Policía Federal y del Ejército Mexicano acordonaron un área de un kilómetro a la redonda para preservar la escena del crimen.

En el interior del centro nocturno quedaba una estela de sangre y fuego, mientras que el sonido de las balas aún resonaba en los oídos de quienes sobrevivieron al ataque.

Un campo de guerra, sí, un campo de guerra parecía aquello, así fue descrito por quienes trabajan en el bar, quienes desconocen si éste volverá a abrir sus puertas y sobre todo, si van a trabajar ahí.

Poco después de las diez de la noche, camionetas de la Unidad Especializada en Delitos Contra la Vida y ambulancias del Servicio Médico Forense acudieron para levantar los cuerpos que quedaron tendidos en un inmenso charco de sangre en el interior del Río Rosas, quizás una de las masacres más crueles ocurridas en el estado, después de los hechos acaecidos en Creel el pasado 16 de agosto, cuando fueron asesinadas 13 personas, entre ellas un bebe de un año y cuatro meses.

Los peritos de la PGJE y elementos de las diferentes corporaciones policiacas se retiraron en la madrugada.

De ahí los cuerpos fueron trasladados al Servicio Médico Forense, donde descansaron sobre frías planchas de acero inoxidable, en espera de ser reconocidos y reclamados por sus familiares.

Los trabajadores del bar, todavía asustados, fueron llamados a declarar ante el Ministerio Público sobre los hechos ocurridos. Todavía hasta ayer por la mañana, adentro y afuera del bar quedaron como testigos mudos de la masacre los restos de sangre en el piso, así como una bicicleta encadenada, propiedad del periodista David García Monroy, quien acudió al lugar sólo a tomar una copa, como lo hacía de manera cotidiana, sin imaginar lo que esa noche sucedería.

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1 comentarios:

Unknown dijo...

Chale mi padre fue uno de esos 11